Lauría emprendió el viaje de sus sueños
Nicolás Lauría lo hizo de nuevo: tras 6 años sin contacto ni noticias de su padre, retomó la búsqueda y volvió a dar con los suyos. El Jugador Más Valioso del TNA está en viaje a Estados Unidos para conocer por fin cara a cara su papá, Zachary Cooper, un extranjero que pasó por Peñarol en los ‘80.
La historia de Nicolás Lauría es parte de la historia misma de Peñarol. Su padre es Zachary Cooper, un recordado extranjero que vistió la camiseta “milrayitas” en la segunda mitad de los ´80 y que llegó a tener una relación con la mamá de Nicolás, Cristina Lauría. Nico es fruto de esa unión, y Cooper llegó a conocerlo. Pero una vez que partió de Mar del Plata, tras algún contacto esporádico durante un breve tiempo, se perdió todo vínculo.
En su momento, en mayo de 2011, Lauría pudo volver a tener contacto con su papá luego de muchos años. Ayudado por su entonces compañero Kyle La Monte, Lauría dio con su padre a través de un programa informático de búsqueda de personas. Grande fue la repercusión que tuvo el reencuentro (virtual) de entonces. Nicolás era jugador de Peñarol, que estaba en plenas semifinales de la Liga, y a él le tocó ser factor fundamental de uno de los triunfos de los suyos a manos de Libertad, para despejar el camino hacia la final. Nico jugó el mejor partido de su carrera, justo el día después de haber hablado con su papá.
“Yo creo que jugué muy atravesado por todo lo que me pasaba. Y esa energía me ayudó. Porque cuando Libertad ajustó sobre los jugadores más importantes nuestros, decidí tomar los tiros, y entraban. Me sentía muy bien esa noche”, admitiría Lauría sobre aquel inolvidable partido en el libro “Una Historia de Locos”, que registra el camino de Peñarol en la Liga Nacional durante el período 1984-2014.
Peñarol ganaría el campeonato tras vencer a Atenas en la final por 4 a 1.
El buen rendimiento que había demostrado Lauría en la Liga, hizo que hasta fuera convocado para la pre Selección Nacional de cara a los Juegos Deportivos Panamericanos a disputarse en México. “Yo no había vuelto a hablar con mi papá después de aquella vez, en la previa del partido contra Libertad por la semifinal. Nos contactamos por mensajes o por mail, pero no hablamos. Un día me llamaron de la producción del programa de Susana Giménez para ofrecerme ir al living con ella y traer a mi papá desde Estados Unidos, pero yo preferí pasarle el tema a mi representante y que él les dijera que no, porque por ahí a Sergio (Hernández) podría no haberle gustado que me saliera del foco del equipo…
Después me enteré que también habían llamado al club desde Ideas del Sur, la productora de Marcelo Tinelli. En el club les pasaron el teléfono de mi mamá y a ella le comentaron que la idea que tenían era hacerle una recibida al equipo por haber sido campeón, y que la sorpresa, con la complicidad de mis compañeros, era la aparición de mi papá. Pero mi vieja, como había visto que yo había rechazado lo de Susana Giménez, también les agradeció y les dijo que no”, contaba el alero sobre la enorme repercusión que había tomado el caso de la reaparición de su padre.
“Yo le había comentado por mail que me habían convocado para la pre Selección de los Panamericanos, y que si finalmente quedaba en el equipo, podríamos encontrarnos, porque se jugaban en México y no estábamos lejos”, continúa explicando con detalle Lauría sobre cómo era la comunicación y el contacto que mantenía con su padre entonces. “Cuando volvimos a hablar fue después de que salimos campeones. Le conté del campeonato y también de los ofrecimientos que había tenido para ir a los programas de televisión para que nos reencontráramos allí. Le expliqué que el programa de Susana Giménez era un show televisivo tipo el de ‘Oprah’ en Estados Unidos, que es el más visto allá. Pero él me dijo que no hacía falta ir a esos programas, que yo iba a hacerme conocido por lo que hacía, que era jugar al básquet. También me contó que le había hablado a su mamá, o sea mi abuela, de mí, y que ella se había mostrado contenta con la posibilidad de conocerme si finalmente iba a los Juegos Panamericanos en México, pero al final no fui parte del plantel… Pero después de esa vez, no volvimos a hablar más. No sé qué le habrá pasado o qué habrá pensado.
Lo llamé, le mandé mensajes, mails, pero no me respondió. Quizá, por no estar en una buena posición, se puede haber llegado a asustar suponiendo que yo podría haberle hecho algún tipo de reclamo, no sé…”, sintetizó por entonces Nicolás Lauría, con la voz firme, sin titubeos, aunque con la incógnita, la incertidumbre y algo de bronca y desazón por no haber vuelto a recibir algún tipo de comunicación de parte de su padre.
“Todo está vivo a pesar del dolor, si me sonreís”, Ricardo Mollo, Divididos (de la canción Amapola del 66, del disco del mismo nombre).
Invierno de 2017. Pasaron 6 años y Nicolás Lauría no tuvo más noticias de su papá. Ahora mismo, Nico es el Jugador Más Valioso del equipo que acaba de salir campeón del Torneo Nacional de Ascenso. Estuvo cerca de volver a su querido Peñarol, Leo Gutiérrez, que ahora es técnico, lo llamó y le dijo que lo quería en el equipo, pero los dirigentes no se decidieron a contratarlo. Entonces arregló para regresar a Parque de Córdoba donde sí lo recibieron con los brazos abiertos.
Lauría está de vacaciones en su ciudad, Mar del Plata. Un día como cualquier otro, Cristina, su mamá, le dice: “¿Y si volvés a buscarlos?”. Cristina se refiere a volver a buscar a su padre y a su familia paterna. Nicolás pica. Tarjeta de crédito en mano, ingresa a un sitio de internet especializado en búsqueda de personas. Pone el nombre del objetivo: Zachary Cooper. Pone los códigos de la tarjeta. Le salta un error. Se frustra. Está a punto de abandonar una búsqueda que, sabe además, es esperable que no dé resultados favorables. Intenta una vez más, sin mucho convencimiento. ¡Eureka! El sitio aprueba la tarjeta argentina de Lauría y a los minutos Nico tiene información detallada. Pero detallada en serio: últimos diez números de celular de su papá, a quiénes les mandó los últimos mails, últimas direcciones donde vivió de manera registrada, otros Cooper que tengan relación filial con él. Increíblemente, esto le costó nada más que 6 dólares.
Nico toma nota de todo. Ahora empieza su propia búsqueda. Con los datos obtenidos, coteja vía Facebook para tratar de reconocer a su papá en fotos de los varios Cooper que aparecieron en la búsqueda.
Mientras la mamá juega con Alina, la hijita de Nico, su novia Rocío lo ayuda en la búsqueda de las personas relacionadas con él en Facebook. Nombres como Denna, Destiny, Brittany, Dorothy, Reggie, entre varios otros. Todos con apellido Cooper. Buscaron a todos y cada uno por el Facebook. Dieron en la tecla justa en cuando indagaron el perfil de Denna Cooper. Allí fue que encontraron una foto familiar en donde están las tías, ei tío, el abuelo, la abuela y el papá. Zachary Cooper, padre de Nicolás Pablo Lauría, estaba etiquetado como “Zac Cooper”. Surgen varias confirmaciones en simultáneo: Zachary vive, tiene un perfil de Facebook, y hay varios integrantes más de la larga familia Cooper con quienes intentar comunicarse.
Además de buscar en el perfil de Denna Cooper, Nicolás le escribe un mensaje directo a Destiny, aprovechando que tienen casi la misma edad. Supuso que sería más práctico tratar con alguien de su mismo rango etario. Otra vez ¡bingo!: Destiny le respondió al día siguiente. Según Nico, Lo recibió de una manera increíble, eufórica y hasta con lágrimas.
Destiny, vaya juego, significa Destino. Y es ella, Destino, quien le cuenta a Nico que sabían de su existencia, que estaban al tanto que jugaba al básquet y que se destacaba haciéndolo. También le dijo que su abuela tiene una foto pegada en la pared junto a todos sus nietos, y que la de Nico también estaba. Más: Destiny le confirma a Nicolás que su abuela había preguntado el apellido para buscarlo pero nunca había tenido respuesta. Mientras le va pasando información y ayudándolo a armar el rompecabezas, Destiny se muestra súper emocionada. Le cuenta a su primo que llamó a toda la familia para ponerlos al tanto del acontecimiento. También le promete que ya nunca más van a perder contacto.
Destiny es hija de Denna, de cuyo perfil originalmente habían conseguido la foto familiar. Y Denna es la hermana de Zachary, y tía de Nico. Destiny se pone al mando de la organización del encuentro de Nicolás con su familia. Primero le dice que debe hablar de inmediato con su abuela, sí o sí.
Mientras todo esto ocurre, Nico encontró el perfil de Facebook de Zac Cooper. Le mandó mensaje privado y solicitud de amistad. El padre le respondió a las horas. Vio la foto de Nico con su hija en el perfil, y le dijo:
“¿Ésa es tu hija?”
Nico: “Sí. Ella es Alina, tu nieta. Tiene 3 años”.
Zac: “Lo has hecho bien, hijo. Estoy muy contento y orgulloso de tí”.
Extrañamente, el padre no le hace comentarios sobre por qué dejó de responderle mensajes, mails, llamados. Pero Lauría no pregunta. Espera poder verse y luego, eventualmente, vendrán las explicaciones del caso.
Nicolás está desbordado. La situación lo sobrepasó. No se imaginaba encontrar tamaña receptividad. Pero también está intrigado: cuando en 2011 pudo hablar con su papá por primera vez en muchos años, éste le contó de parte de su familia, de la existencia de su abuela, y que ella se pondría muy contenta de poder conocerlo. Sin embargo, luego no hubo más respuestas ni comunicaciones. Pero Lauría entiende que las explicaciones no debe darlas una prima. Y menos por Facebook. Al contrario, aprovecha que tiene la posibilidad y se escribe y habla permanentemente.
Mientras, la prima le organiza una comunicación telefónica con la abuela. Nicolás llama. La primera vez no logra comunicarse. Prueba de vuelta. La abuela atiende. La abuela es Dorothy Cooper. De inmediato le dice que sabe quién es, que se pone contenta de saber que está bien, que está vivo. Le dice que está agradecida de poder hablar con él y de estar con vida para poder conocerlo. La abuela, como toda abuela, le pregunta de su vida. Nico le cuenta de Alina, y ella le dice que es su bisnieta número 11.
La abuela Dorothy, como la prima Destiny, le dicen que deberían hacer algo para encontrarse. Que era hermoso lo que estaba sucediendo.
Nicolás ya no entra en sí. Es más que un sueño. Otra vez. Como aquella vez. Pero ahora es más tangible la posibilidad de conocerlos. Todos (padre, prima y abuela), le preguntan cuándo va a ir a Estados Unidos para poder por fin verse las caras. Lauría titubea. No sabe qué responder. “Por ahí el año que viene, cuando termine la temporada”, atisba a decirle a su papá.
La mamá, Cristina, está convencida que Nico vaya ahora. La tía y la novia están con algo de miedo al no saber bien de qué irá todo por Nueva Orleans, donde residen la mayoría de los Cooper. Pero Nico les hace escuchar una conversación en vivo con su abuela y otra con su papá, y tanto la novia como la tía quedaron impactadas y se convencieron de que tenía que ir.
Nico se va a dormir. Al día siguiente amanece convencido de que tiene que ir. Que no debe perder ésta oportunidad porque nunca se sabe lo que puede pasar. Además, piensa, hoy tiene la posibilidad de poder hacerlo. Así que resuelve ir.
Se convence y compra el pasaje. Llama a su nuevo entrenador, Alejandro Lotterio, para explicarle que se sumará una semana más tarde al comienzo de la temporada. Lotterio no sólo le da el ok, también celebra el porqué.
El firmante no puede dejar de pensar en dos imágenes que se le vienen a la mente. Por un lado, cuán fuerte e inacabable es el amor de una madre, que en este caso perdona todo e incentiva a su único hijo para que por fin pueda verle la cara a su padre. Cristina Lauría, Cristina corazón, evidentemente tiene un sentido del perdón elevado. Y un amor que desborda.
La otra imagen es la de la abuela de Lauría, Dorothy Cooper, anhelando recuperar a un nieto que jamás pudo siquiera conocer, a más de 10 mil kilómetros de distancia y con todas las complejidades del caso. Esta abuela estadounidense, que tiene pegado la foto de Nico junto a sus otros ocho nietos. Que en su sentimiento es uno más. Es imposible no emparentarla con las Abuelas de Plaza de Mayo. Las que todavía sueñan despiertas con sus nietos. Esos nietos que no son quienes les dijeron que son. Que viven engañados.
Otra vez, como en mayo de 2011, Nicolás vuelve a vivir un momento mágico en el Polideportivo luego de haber hablado con su papá. Casi como un designio. Como si la identidad a Lauría le rondara por los mismos lugares. Mar del Plata, el Polideportivo, sus amigos de Peñarol. Una feliz coincidencia.
Esta vez, no hay récords, ni cantidad de triples. Ni siquiera se juega por los puntos. Es algo mucho más personal. Lauría es uno de los invitados de lujo del partido despedida de Leo Gutiérrez, el más grande jugador de la historia de la Liga, y Nicolás se da el gusto de compartir rodeado de amigos y acompañado por su propia hija, Alina, que le iluminó la existencia. Está redondo de tanta felicidad.
Allá va Lauría, en busca de su identidad, de completar el árbol genealógico. De ponerle una cara, un rostro, a una parte de sí mismo.
“Y aunque el sol se nuble después sos alma de diamante”
Luis Alberto Spinetta – Spinetta Jade (de la canción Alma de Diamante, del disco del mismo nombre).
Nota: Por Martín Pellegrinet para laliganacional.com.ar