«Me gusta entrenarme fuera de horas y estar preparado»
Leonel Schattmann, en «La entrevista de la semana». Su cambio marcado por el proceso de Selección en 2016, la vuelta a los 31 años, Quimsa y más.
-De a poco se están acomodando después de un comienzo del 2019 medio irregular, ¿no?
-Sí, no nos fue de la mejor forma. Terminamos el 2018 muy bien, con el título en el Súper 20 para coronar un gran inicio de temporada, pero en enero nos costó la vuelta y pagamos con algunos partidos que creíamos que no podíamos perder y los perdimos. Ahora estamos volviendo a tomar el rumbo que nos caracteriza, sobre todo en la forma de encarar los partidos.
-¿Cuánto hubo de relajación, probablemente inconsciente, después del título en el Súper 20?
-Es algo que pasa, más allá de que la idea era no caer en eso. Pero veníamos de tener una espina muy grande en la Sudamericana, y tenía una presión grande por jugar el Final Four del Súper 20 como local. Pudimos ganarlo, e inconscientemente caímos en la relajación. También costó por el parate de más de 10 días, donde cuesta ponerse de la mejor forma física y basquetbolística. Se hizo complicado, pero lo llevamos de a poco hasta volver a encontrar el rumbo en los últimos juegos.
-Hablás de presión por ese Súper 20. ¿Era propia o externa la presión?
-No, fue una auto presión, sobre todo después de aquella eliminación en la Sudamericana, que volvimos y pudimos dar vuelta la serie con La Unión ganando los dos juegos en Formosa, y después eliminamos a Regatas. Ahí nos dimos cuenta de que estábamos para lograr grandes cosas si queríamos, que en definitiva es para lo que se armó el equipo, para ser protagonista. Cuando nos enteramos que el Final Four iba a ser en Santiago del Estero, se generó una auto presión para hacer las cosas bien, para que saliera todo redondo y no defraudar a nuestra gente y a la dirigencia, que había hecho un esfuerzo muy grande para llevar el Final Four a nuestra casa. De parte de afuera no sentíamos presión. Nosotros estamos en nuestra atmósfera grupal.
-¿Qué les demostró el hecho de ganar ese campeonato?
-Creo que nos dejó grandes enseñanzas, y nos mostró que somos un equipo de carácter. El equipo lo mostró en varios momentos, como en aquellos dos partidos en Formosa. En la zona, que era la más complicada y pareja, no nos había ido bien. Pero en las llaves contra La Unión y Regatas dimos una muestra de carácter y nos dimos cuenta de que podíamos pelear el torneo tranquilamente.
-Además, hicieron algo que parece muy difícil, que es ganarle a San Lorenzo. ¿Es tan difícil como parece?
-Hace varias temporadas que San Lorenzo es el gran candidato, pero nosotros también nos sentíamos candidatos por ser en nuestra casa. Sabíamos que haciendo un Final Four defensivo perfecto, teníamos muchas chances de poder ganar, porque en ataque tenemos jugadores que pueden anotar. Nuestra llave era la defensa, y debíamos hacerlo ahí de la mejor manera. Y contra San Lorenzo tuvimos un gran mérito en ese aspecto.
-Está claro que una cosa es ganarle un partido a San Lorenzo, pero otra es ganarle una serie larga de playoffs. ¿Ahí es donde se complica más todo, donde parece invencible? Porque esa es la sensación que da para varios.
-En mi forma de ver, en lo que saca mucha ventaja San Lorenzo en una serie de playoffs es en que tiene un equipo demasiado largo, y dentro de la serie te puede hacer muchas modificaciones, cualquier jugador puede aparecer en cualquier partido, y se pueden destacar 10/11 tipos diferentes. Eso los hace muy poderosos, en la rotación, que es su gran ventaja. La mayoría de los equipos juegan con 8 jugadores, o 9 como mucho. En una serie quizás ganás el primer partido, al segundo ya te cuesta mucho más y al tercero aún más, por el desgaste que tenés, sobre todo a esa altura de la temporada. San Lorenzo, durante la temporada, tiene jugadores que juegan 25 minutos como mucho. Y la mayoría de los equipos tienen jugadores que terminan jugando 36 ó 37 minutos de promedio. Y eso se siente al llegar al final de temporada, donde llegás bastante tocado. Ahí está la diferencia que sacan. No tienen cinco jugadores poderosos, sino que los 10/11 son de gran nivel.
-Ahora, uno se da cuenta de eso, pero al mismo tiempo es imposible salir pensando en que estás compitiendo por el segundo puesto. ¿Cómo se convive con esa dualidad?
-Uno sale a competir siempre. De última, termina la serie y sabés que estás entero más allá del resultado. Somos todos competidores y queremos ganar. Sabemos que San Lorenzo es el gran candidato y el que seguramente estará en las instancias finales, pero esto es largo y cualquier equipo hoy en día te puede hacer fuerza. Yo soy partidario de que te tenés que preparar para todos los partidos. Podés tener una mala práctica, pero el día de partido, sea la cantidad que sea, tenés que estar preparado y salir a rendir. En el partido en que no lo hacés, cualquiera te puede hacer pasar factura y lo perdés. Y eso se transforma en un partido que después de lo lamentás en el final de la fase regular, porque te puede modificar una posición.
-¿Ustedes tienen como objetivo ser un equipo de punta y que apunte a largo en los playoffs?
-Se armó un equipo para eso, para estar en los primeros puestos. No me voy a sacar responsabilidad diciendo que no, porque se armó un equipo muy competitivo. Nuestros objetivos, mayoritariamente, son mensuales. Tratamos de ir mes a mes, buscando los partidos que nos tocan. Y después en los playoffs es otra historia diferente, con otra planificación y estudio del rival.
-Considerando lo que hablábamos de San Lorenzo, ¿buscar el 2 ó 3 de la fase regular es un objetivo importante pensando en esquivarlo hasta una hipotética final?
-San Lorenzo es el que mejor está hoy en día, no hay dudas. Después hay un grupito de 3 ó 4 equipos que van a ir por esos lugares. Nosotros somos uno, y queremos ser el mejor de ese grupito. Hoy en día, la realidad es que San Lorenzo está un paso arriba de todos los equipos de la competencia. Igualmente, nosotros vamos a competir para ser los mejores.
-La Liga Nacional siempre fue pareja, pero quizás este año hay un poco más de ventaja o diferencia entre los equipos de arriba o de gran presupuesto, que son pocos, con los que son exactamente lo contrario. ¿Notás mayor disparidad que en otros años?
-Puede ser. Ya de por sí, cuando se pasó de 16 a 20 equipos se marcó esa diferencia. De hecho, hay equipos de la segunda categoría que tienen o tenían mejor presupuesto que equipos de Liga en las últimas posiciones. Pero de todas maneras vos te tenés que preparar, porque esos equipos de abajo salen a ganarte, y si no estás preparado, te ganan, porque se muestran, juegan de otra manera y sin presión… Ellos tienen una motivación para todo, y nosotros tenemos que estar siempre alerta. Y se nota cuando no te preparás. Y cuando lo hacés, quizás también se nota y dejás un poco más en evidencias esas diferencias. Yo creo que ningún equipo está en condiciones de decir «contra este no jugamos» por creerse superiores. Porque además sería una falta de respeto al rival.
-Te cambio de tema, porque te llegó un nuevo llamado a la Selección para la próxima ventana de Eliminatorias. ¿Qué significa en este momento de tu carrera?
-Me puso muy contento. Siempre trabajé de la misma forma, más allá de estar o no en la Selección. Me gusta entrenarme mucho fuera de horas y estar siempre preparado, porque nunca sabés cuándo te puede tocar. Yo nunca fui de ser una fija en los procesos, y cuando me tocó fue de forma aislada. Y si fue, se dio porque uno se prepara mucho y cuando le toca está preparado para aprovechar la oportunidad. Esta no es la excepción. Me puso muy contento, me alegró mucho la noticia. Vestir la camiseta de Argentina es lo más lindo que le puede tocar a cualquier deportista. Trataré de estar a la altura y aprovecharlo al máximo.
-¿En qué momento te llega, cómo te estás sintiendo desde lo individual en la temporada?
-Yo me siento muy bien. El estar en el día a día con Silvio (Santander) quizás ayuda, porque tiene un conocimiento más fino sobre nosotros, y es el asistente de Sergio (Hernández). Sabe cómo somos, cómo entrenamos y jugamos, y eso el jugador lo tiene que aprovechar. Pero bueno, me llega en un buen momento, yo me siento bien en Quimsa, estoy tranquilo. Este año me toca venir desde atrás, pero bajando muy poco los minutos en relación a lo que venía haciendo el año pasado, algo que la competencia también te demanda. Trataré de aprovechar todo.
-¿Qué significa el hecho de ser el segundo más viejo del equipo con 31 años?
-En algún momento me tenía que tocar (risas).
-Igual no se nota, porque parecías un pibe cuando empezaste y lo parecés ahora.
-Tengo la suerte de que no se me note tanto, y mucha gente no me da la edad que tengo. Pero tengo 31 años, con Coco (Mainoldi) somos los capitanes del equipo y eso también te hace sentir un poco viejos (risas). Hay que cuidarse, estar bien, sentirse bien y estar preparado. Siempre fui el más pibe, y ahora me toca al revés.
-¿Vos modificaste hábitos con el paso de los años? Porque se te nota mejor físicamente ahora que hace un tiempo.
-Sí, tuve un cambio drástico, sobre todo en la parte de alimentación. Empezó antes del proceso de los Juegos de Río de Janeiro, cuando fuimos al Sudamericano de Caracas 2016. Tres o cuatro meses antes había empezado. Con ese proceso de Caracas más lo que vendría previo a Río, tomé más conocimiento de algunas cosas que no sabía por hablar con los chicos, con el cuerpo técnico, con el cuerpo médico… Eso me permitió saber más para incorporarlo más a mi rutina. Y la verdad es que me hizo sentir mejor. Al principio me costó un poco por el hecho de que sentía que me faltaba algo. Era como si me quedara con hambre, y a la hora de entrenar sentía que me cansaba rápido y no me sentía fuerte. Tardé cerca de un mes en acostumbrarme con el tema alimenticio, pero cuando lo hice me empecé a sentir mejor, más rápido, ágil, versátil. Y eso le ayudó a mi juego también.
-¿Qué significa un cambio así a los 29 años? Quizás un chico lo toma de otra manera, pero ya con experiencia y varios años de recorrido, quizás es difícil aceptar un cambio así.
-Fue complicado, pero yo creo que es algo más mental que otra cosa. Al principio la pasaba mal porque sentía que me quedaba con hambre. Pero no iba a clavarme un pebete o un sandwich de algo, sino que me comía una fruta o frutos secos. Después se empezó a regularizar todo. Pero fue duro en el medio y me costó. Los primeros diez días fueron durísimos hasta que le agarré la mano. Yo creo que hoy en día, si no te lo inculcan desde chico, es algo que te cuesta mucho. De hecho, hay muchos chicos en la Liga de Desarrollo que casi ninguno no se alimentan de esa forma. A mí fue algo que me ayudó un montón.
-¿Sos de bajar línea con los más chicos para tratar de guiarlos en ese aspecto?
-Pienso que es algo muy personal. Yo trato de contar mi experiencia, cómo me sirvió a mí. Quizás ven una foto mía de antes, donde estaba muy diferente, y me preguntan cómo cambié y ahí sale la charla. Quizás soy de decir «cambiá aquello por esto», pero en casos o cosas puntuales que vea. Pero no soy de estar tan atrás.
-¿Y vos sos de agarrar las fotos como los más chicos y ver el cambio que tuviste?
-Veo por ahí. Ahora que salió ese 10 Years Challenge busqué fotos y me vi totalmente diferente. Parece que fuera al revés, que ahora tuviera 20 y antes 30 (risas).
-Ahora, lo que está claro de esto es el «cachetazo» que dio la Generación Dorada con estos hábitos, con el inculcar estos ejemplos de cuidados. Y vos pudiste palparla de cerca en el proceso previo a Río de Janeiro 2016.
-Tal cual. Si lo de la Generación Dorada no hubiese pasado, quizás esto hubiera sido una moda en lugar de un hábito que se instaló. Yo soy partidario de que la calidad de alimentación es lo que te puede llegar a alargar la carrera, y es algo que se va a notar en unos años.
-Más allá de esos cambios alimenticios, ¿qué te llevaste de aquella experiencia en la preselección?
-Todo. Trataba de observar mucho lo que hacían. Quizás no hablaba tanto, pero soy muy observador y miraba cosas o hábitos que tenían, desde que se levantaban hasta que se iban a dormir. Los momentos en que veían al kinesiólogo, qué convenía desayunar, cuándo convenía tapearse… Cosas mínimas que yo observo mucho y que son importantes. No tenía la confianza de algún jugador que es habitual de la Selección como para charlar mucho, pero miraba y copiaba las cosas buenas para sumar a mi rutina y para que se me convierta en un hábito a mí.
-Hiciste toda su carrera en Argentina. ¿En algún momento te planteaste la chance de salir al exterior?
-Tuve la posibilidad de hacerlo cuando tenía 17 años y estaba en Atenas. Mi pase me lo había comprado un empresario español, y él me había dejado dos años en Atenas para que a partir del tercero de los cinco años de contrato que había hecho pudiera ir a jugar allá. Empecé a tramitar los papeles, pero no terminaron saliendo y se hizo engorroso el ir para aquel lado. Me hubiese gustado medirme, sobre todo cuando era más joven. Me quedó la duda de saber cómo me hubiera ido si pudiera haber estado allá. Y me va a quedar la duda de ver lo que hubiera pasado.
-¿Ya no es una meta hoy en día? Las carreras se alargan más.
-Sé que es difícil, porque tengo 31 años y no es común que un jugador emigre a Europa a esa edad. Pero bueno, Prigioni fue a la NBA a los 30 y largos, las carreras se alargan… No sé, quién te dice. Pero bueno, no es algo que esté pensando o me ponga como una meta, porque sé que es difícil. Trataré de hacer lo mejor acá en la Liga, en lo que me toque hacer. Si uno labura bien, las cosas se pueden llegar a dar.
-¿Cuáles son las metas terrenales para el corto plazo?
-Mi meta es tratar de mantener una regularidad con mi equipo, tratar de tener una buena temporada individual, y tratar de dejar al club lo más alto posible. Ganar un campeonato te obliga a pelear por cosas grandes, y esas son nuestras metas.
Leandro Fernández
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